Reflexión en torno al arte joven y las nuevas tecnologías


Si tuviera que clasificarme como una “amante de” algún medio entraría, tal vez, en el que abarca la industria. Pero si bien mis gustos se inclinan hacia lo que tenga relación con la maquinaria, la construcción (y los materiales de) y el movimiento físico, no deja de interesarme la tecnología y sus nuevas formas. Puedo entonces auto-describirme como una “curiosa por” los nuevos medios.

Llevado al campo del arte, he tenido siempre la tentación de cruzar el límite de la “curiosidad” para llegar a ser una “usuaria de”. Pero es entonces cuando entro en un conflicto que trataré de desarrollar con la mayor precisión.

Planteo mi inquietud de la siguiente manera: ¿es el arte de las nuevas tecnologías (o la tecnología del arte) realmente una herramienta de reflexión o persigue la mayoría de las veces a una moda? El arte contemporáneo se ha vuelto cada vez más rico, más diverso y con una cantidad infinita de directrices. Que los límites los ponga el propio artista es una virtud de “nuestro” campo. Las nuevas tecnologías se han incluido cada vez más en este círculo de límites indefinibles.

Lo que ahora queda por pensar es el cómo y el por qué un artista lleva su obra a este lenguaje. Me gusta creer que el arte debe ser disfrutable y disfrutado (subjetivo), que su creación debe tener un aspecto lúdico (término también discutible) y que conforma uno de los modos más auténticos de ver el mundo. Si es así, entonces me surge la duda respecto del uso de los nuevos medios, sobretodo en los artistas más jóvenes. Las nuevas generaciones -y cada generación en su período de “infancia artística”- nos enfrentamos casi desnudos a un mundo demasiado abierto de posibilidades, donde la búsqueda de la “originalidad” es un pantano muy fácil de pisar. Queremos retenerlo y decirlo todo, algo así como una “gula” de información, que deja de ser ingenua cuando la obra pierde autenticidad.

Me gustaría pensar en el uso de las nuevas tecnologías como una técnica más (o problemática) que se suma a las tradicionales. Pero mi temor empieza al sospechar que el uso de este medio puede estar surgiendo de una aspiración superficial, de una posición pretenciosa del artista que quiere dar una cierta “imagen”.

Las video-instalaciones, el web-art, el arte de multimedia, etc., requieren por lo general un tiempo de recepción y una concentración mayor por parte del espectador. Esto se traduce muchas veces en un desgaste de energía que nos obliga a “colar” información o bien a descartar obras por mero prejuicio (cualquier tipo de prejuicio).

En ningún caso quiero posicionarme en contra de las nuevas tecnologías al servicio del arte. Simplemente quiero plantear esta inquietud que me surge cuando veo que se ha llegado, en muchos casos, a un nivel de densidad que termina por vaciar la obra, o al menos por hacerla indesplegable. Aquí choca mi visión frente a estas obras con mi visión frente al arte y la relación del artista con él (me refiero al aspecto lúdico y auténtico que antes mencioné, que dice relación con el “pasarlo bien”).

Un artista puede descubrir en la tecnología nuevas formas de plantear un problema aplicando una cierta sabiduría artística. Pero la novedad es un arma de doble filo. Se quiera o no, este arte es mucho más susceptible a ser cuestionado, porque queda mucho todavía por decir y conocer. La novedad tiene una duración muy corta, la tecnología se mueve mucho más rápido que el arte (este último tiene muchas direcciones, mientras la primera es casi lineal), por lo tanto, sin una base sólida se desvanece. Si la obra es sólo tecnología, ésta envejecerá prematuramente. Es por eso que ésta debe ser usada para contar contenido, no forma; y engolosinarse con la técnica puede terminar por restarle protagonismo al primero.

Puedo estar cayendo en un lugar común, creo que todo artista tiene claro aquello (de hecho busca solidez), pero el problema puede surgir cuando no somos sinceros con nosotros mismos, cuando se trata simplemente del seguimiento de una moda disfrazada.


Carta a Horacio Zabala
(en el marco del ciclo de arte y tecnología en Espacio Telefónica)
Noviembre 2005

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